Aunque lo que a continuación podéis leer os resulte excesivamente largo o tedioso, creo que merece la pena que le dediquéis unos minutos de vuestro tiempo por tratarse de un trabajo de investigación absolutamente cierto, como todo aquello que suelo escribir relacionado con la familia Von S.
Recientemente encontré entre los muchos papeles que se guardan en la “habitación de lo que no se usa”, el fragmento de una carta escrita sobre papel viejo y amarillento, con letra rápida y poco clara, que me ha hecho pensar en la posibilidad de que algunas de las historias que conocemos sobre hechos poco creíbles y para nada demostrables, encierren en sí mismas más veracidad de la que estamos dispuestos a otorgarles. Este manuscrito está bastante deteriorado, pues el paso del tiempo ha hecho que las polillas y los lepismas, incluso me atrevería a decir que algún ratón, hayan causado estragos en él, y por ese motivo me va a resultar imposible reconstruir el texto en su totalidad. Esta carta debió ser escrita antes de 1873 y dirigida a Jürgen von S., magistrado en Munich, ciudad donde murió de una apoplejía el 3 de enero de ese mismo año. Sin duda la redactó un militar, porque en el margen izquierdo aparece escrito con letra diferente a la del texto: “Del Coronel”. Ni un nombre ni un apellido que puedan darme un indicio de quien era aquel coronel, así que este texto ha de considerarse anónimo. Lo que se describe en él parece ficción, pero al hallarse en aquella habitación, y estar presumiblemente basado en los testimonios de personas que vivieron esos hechos, me inclino a pensar que hay algo de cierto en ello y que no solo es mera superstición. Voy a intentar reconstruir el texto hasta donde me sea posible, y de esa manera facilitar su comprensión, pero a veces he sido incapaz. El encabezamiento de la carta, por ejemplo, está en tan mal estado que no puede leerse nada, así que no sé el lugar desde donde se remitió la carta, ni la fecha exacta en que fue escrita.
Esto que leeréis a continuación es lo que he conseguido reconstruir:
“[...] lugar …[v]alles […] en Ba[vi]era se tiene por muy cierto que […] una abominación […] información […] para […] habi[tantes] […] espíritus, demonios o vam[piros], que de […] podría tratarse, o incluso de todos a la vez, un alp, o el Alp, […] no saber si hay varios o […] existe uno o más, y fuese un ser inmortal […] orillas del Rhin ya se habló de algo parecido muchos años atrás. Alp es como lo llaman las gentes de […] lug[ares] […] inspirador de [ma]los sueños. Suele atacar a mujeres y [ho]mbres jóvenes o en la edad de la ado[lesce]ncia entrando […] sueños […] en todos los casos como un íncubo, lo que hace que resulte más aberrante. Ni las muchachas ni […] jóve[nes], sin embargo, no parecen sufrir trauma alguno […] el tiempo que dura ese […] nefando y si no fuese por las marcas evidentes en sus lechos, como san[gre] o fluidos […] en las […] De […] sueños se alimenta y vive este demonio […] adopta semblante [hu]mano, siempre es un varón joven, […] bien parecido, de maneras amables y […]. Cuando es […] material […] alimento principal es la sangre de varones […]. Siem[pre] son jóvenes y vigorosos, pues su sangre caliente y muy […] le proporciona más fuerza. Puedo […] [tran]quilo pues mis años me […] seguridad frente al monstruo. Según me han con[tado] […] muerde en el torso a sus víctimas, cerca de las tetillas, para beber su sangre. Por norma suele hacerlo en la parte izquierda, porque al parecer desde allí sus […] más fácil[mente] al corazón y […] donde […] fluye con más fuerza y el monstruo queda saciado más rápidamente y expuesto menos tiempo a ser descubierto. Otra razón evidente por la que muerde […] pezones […] es por ser […] lugar discreto. Morder en otras partes del cuerpo, aunque fluya por ellas […] señales más llamativas […] es muy cuidadoso y nunca […] sola gota de sangre y no deja otra ma

Ni un solo vestigio de la siguiente o siguientes cuartillas que darían continuidad a esta extraña carta del coronel a Jürgen von S. he podido encontrar. Hay mucho desorden en todos estos cajones, armarios y baúles llenos de papeles polvorientos, pero seguiré buscando, no lo dudéis.