-El puerto está expuesto al septentrión, en la sombra. Los muelles son altos sobre el agua negra que golpea los cimientos; escaleras de piedra bajan, resbalosas de algas. Barcas embadurnadas de alquitrán esperan en el fondeadero a los viajeros que se demoran en el muelle diciendo adiós a las familias. Las despedidas se desenvuelven en silencio pero con lágrimas. [...] Sal de viaje, explora todas las costas y busca esa ciudad -dice el Kan a Marco-. Después vuelve a decirme si mi sueño responde a la verdad.
-Perdóname, señor: no hay duda de que tarde o temprano me embarcaré en aquel muelle - dice Marco-, pero no volveré para contártelo. La ciudad existe y tiene un simple secreto: sólo partidas y no retornos.
El mapa de Marco Polo