22 de noviembre de 2008

Penas del purgatorio... (2) Tu sangre...

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Nunca me arrepentiré de haber hablado de fútbol aquella noche. Esta misma noche de entonces. Ni de haberte “sonado los mocos” cuando hacía falta; ni de asistirte cuando me lo pedías, emulando a tu sagrado Sabina en aquella estrofa: “vístete de enfermer@ corazón que estoy malito...” y muchas cosas más. Lo hice de buena fe durante todo aquel largo tiempo. Conocerte y estar a tu lado fue una experiencia indescriptible. Siempre intenté hacerte la vida más fácil. Fracasé.