Todos los 19 de septiembre...

Y mientras yo me debatía en mi interior en una lucha decisoria, en una guerra interminable, llegó él.

Hace ya cuatro años, en un día como hoy y más o menos a estas horas, vino a este mundo; con todo lo bueno y lo inquietante que conllevaba su ansiada llegada. Toda una responsabilidad que me obligó a renunciar a muchas personas y cosas, cambiar muchas de las pautas de comportamiento que eran habituales en mí y muchas cosas más… Pero es tanto lo que me aporta su presencia única, su sonrisa, su insolencia infantil, sus rabietas, sus mocos y sus vómitos, su calidez y su dependencia casi absoluta de mí, que, con toda seguridad, y a pesar de todo, mi existencia ya no tendría sentido sin él y sin sus cosas.

Quiero verle crecer. Necesito su felicidad… ¿La necesito, egoístamente, para ver como consigue todo aquello que yo no tuve y que ya no tendré? Aunque así sea, es lo mejor que puedo desearle, porque le quiero más que a nada ni a nadie, más que a mi vida.

Per molts anys, fillet…!!!

Imagen: dissortat.