Hoy he llevado a la feria a mi hijo. No es fiesta aquí, es fiesta en el pueblo donde él va al colegio. Mi ciudad es 5 veces más grande que ese pueblo, pero los colegios que me asignaron aquí no cumplían con las expectativas que yo quería para la educación de mi hijo. Pero no es de eso de lo que quiero hablar. Voy a hablar de la feria, en donde he visto muchos adolescentes, todos ellos muy alegres, algunos incluso demasiado “alegres” después del copioso almuerzo que se han zampado. Iban todos vestidos de punta en blanco, todos con los cabellos muy arreglados, bueno, ya sabéis como son ahora los chavales. También todos lucían amplias sonrisas en sus caras divertidas, caras que en muchos casos todavía son poco más que infantiles.
Imagen: coches de choque x dissortat
Todo ese ambiente, me ha hecho recordar que yo no tuve una adolescencia demasiado “normal”. Eran otros tiempos, la verdad, pero yo era un poco “extraño”, pues no compartía muchos de los gustos de los demás (ni ellos los míos). Sin ir más lejos, no me gustaban las ferias, ni me gustan. Esos pequeños detalles, me mantenían, en muchos casos, al margen de esas relaciones de profunda camaradería a las que se llegaba, y se llega todavía, entre los chicos de esa edad. Después, crecí, y la verdad es que comencé a compaginar mis gustos con los de ellos –también hice el vándalo-, y he de reconocer que no me desagradaban; pero seguía siendo “diferente”. Hoy, viendo a tantos adolescentes haciendo cosas propias de su edad, he pensado que me gustaría poder hacerlas. Ahora, de hecho, podría hacerlas tanto o mejor que ellos, pero sería inapropiado, así que “me mojo las ganas en el café”, como dice la canción de Mecano, y sólo puedo mirarles a través de la ventana de la cafetería. Por unos momentos me he sentido algo melancólico pero emocionado, por ver como se estaban divirtiendo, como disfrutaban de esas cosas tan simples como es montarse en una atracción de feria, y reírse a mandíbula batiente, entre empujones y palmadas a la espalda. No fui lo sufientemente listo para adaptarme a las circunstancias.
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